Échale… Corazón

‘Mens sana in corpore sano’

Vivimos en un mundo acelerado, agitado y con una sobredosis de información y estimulación. A veces podemos vernos absorbidos por la vorágine, dedicando gran parte de nuestro tiempo al trabajo o al estudio, y con el tiempo libre que resta, en ocasiones decidimos distendernos en actividades sedentarias.

Así como una planta para crecer necesita agua, luz solar, tierra fértil y un clima adecuado, así también nuestra vida se nutre de distintas áreas, entre ellas la actividad física es la que mejora nuestras funciones vitales. La clave es saber administrar el tiempo.

Es cierto que han proliferado las marcas que ofrecen productos para la práctica del deporte, y también es un claro ejemplo de consumismo en el presente. Este consumo de bienes y servicios deportivos está vinculado a la figura corporal y la salud. Ahora el hacer deporte implica moverse en espacios públicos, y es por ello las principales marcas deportivas se esmeran en defender las consecuencias saludables que conllevan una vida asociada a la práctica del deporte regular.

Este libro cumple esa función. Su autor, José Ramón Gómez Cabeza, a través de su fácil lectura persigue objetivos únicamente de auto análisis, que permite sopesar aspectos relacionados con una vida plena a través del ejercicio del deporte.

Es obvio que cada día hay más corredores (o runners) por nuestros parques, el número de federados en disciplinas deportivas aumenta en progresión aritmética y los gimnasios no son precisamente empresas decadentes. La cultura al cuerpo y a la salud renace, despuntando en temporadas, pero creciente en general.

Los beneficios de estas actividades que emprendemos en cuanto al bienestar general son bastante evidentes. Nuestros horarios apretados y los hábitos viciados de malas rutinas caen por su propio peso ante la percepción de bienestar generalizado que nos produce la segregación de endorfinas tras la práctica habitual deportiva.

El estrés, la ansiedad, incluso la fatiga del día se camufla tras unas sensaciones agradables, de satisfacción consigo mismo y sobrevive en nosotros durante unas horas la idea de estar en paz con el mundo y con todos aquellos que afirman que el hombre nació para desplazarse, correr, cazar. De hecho, la activación física, es lo primero que se le recomienda a los pacientes aquejados de síntomas depresivos.

La práctica deportiva hace que mejore la condición física en proporción a la cantidad y calidad del ejercicio que se practica. Quizás no de una manera evidente, algunos kilos de grasa si he perdido en este tiempo, pero desde hace tres años, no me importa la opción de escaleras para subir a una quinta planta y aguanto bien la excursión larga en los viajes, hace tiempo que no encadeno resfriados y la espalda, que tanta batalla me dio años atrás, no me supone un problema al inicio de todos los veranos.

Si, puede que los beneficios de la práctica deportiva no se vean y tampoco se toquen, pero se sienten. Y es que el estado físico y el mental son indisolubles. Las dos caras de la misma moneda.

Por lo tanto, también puedo trabajar mi estado mental para que sume y aporte, cuanto menos, para buscar ese equilibrio tan necesario.

Para saber más: http://amazingbooks.es/microsite-%C3%A9chale-corazon

 


 

 

José Ramón Gómez Cabeza, psicólogo deportivo.