Por José Ramón Gómez Cabezas.

En los últimos años, casi siempre por las mismas fechas en que se celebra la semana europea del trastorno, aparecen dioses del Olimpo descendidos proclamando a los cuatro vientos periodísticos titulares escandalosos donde ponen en duda la existencia de un trastorno que lleva proponiendo estudios y tratamientos desde hace mas de cien años. Las acusaciones son varias, a veces incluso provenientes desde el mismo ámbito profesional de la medicina o la psicología.

Una de ellas es la que afirma que el TDAH es sólo una moda y que existe un llamativo sobrediagnóstico. Cualquier diagnóstico en general, puede parecer que van por modas, si de pronto se desarrollan herramientas diagnosticas, se amplía el conocimiento, etc… Antes no se diagnosticaba de Alzheimer ¿o sí, pero se le llamaba de otra manera? Las alergias, el asma, etc, también están de moda o ¿realmente hay elementos de juicio y estudios que demuestran su incremento? En estos últimos casos dirán, la evolución de la sociedad está influyendo: contaminación, consumo. No les quitamos razón, pero puede que esté sucediendo lo mismo en el TDAH. Es osado tachar de moda lo que realmente es sentido común.

En cuanto al sobrediagnóstico, puede que así sea en casos puntuales. Lo cierto es que los casos reales diagnosticados no se acercan en la mayoría de los centros educativos al 5% que reflejan la mayor parte de los estudios científicos desarrollados en todo el mundo. Igual los profesionales debemos perfeccionar las herramientas o afinar en algunos criterios diagnósticos, pero de ahí a afirmar que el TDAH no existe hay un abismo. Sobre todo si intermedia tan solo la opinión de uno y otro. Opiniones tenemos todos y de todo, pero si yo quiero demostrar algo, además de opiniones debo aportar datos, estudios, hipótesis contrastadas, no mi opinión en una semana que es relevante y que me podría venir muy bien para vender mi libro o un producto alternativo, que curiosamente financian en muchos casos los propios laboratorios farmacéuticos que muchos de ellos critican.

Es cierto que la medicación que a veces, sólo a veces y no siempre, toman estos muchachos es un fármaco serio, como la mayoría y que tiene algún efecto secundario, pérdida de apetito, por ejemplo, pero igualmente hay muchos y variados estudios que nos demuestran su efectividad a nivel atencional, si este tratamiento lo complementamos con el trabajo psicopedagógico y de apoyo a las familias, podemos hacer entre todos la vida mucho menos complicada a las familias afectadas. La intolerancia y la incomprensión, pueden ser las principales dificultades con las que se encuentran estas familias, por eso es tan importante a información veraz y contrastada que se pueda dar sobre este tema.

En resumen, es muy osado poner en duda el trabajo que viene desarrollando la comunidad científica desde hace más de 100 años, simplemente dando una opinión y no argumentando estudios ni trabajos contrastados. Yo también tengo mi opinión, como cada persona, sobre miles y miles de cosas e ideas, pero no se me ocurriría ir llamando la atención por ahí si no tengo argumentos demostrados para poder contrastarlo.

La evidencia es la evidencia y hasta ahora nadie de los que tiran piedras y esconden la mano son capaces de demostrar de una manera fehaciente sus argumentos. Y muy poco profesional si tras la afirmación me mueven intereses para vender algún producto.

En cualquier caso, medios y población en general, deberíamos ser más críticos con todos estos comentarios y pedir demostraciones o datos que lo avalen antes de dar demasiada publicidad, simplemente porque a unos padres angustiados por las dificultades de su hijo lo que menos les ayuda y mas les llena de confusión son opiniones gratuitas sin aval científico ni demostración alguna.

Llamémoslo como queramos, la realidad es que muchos de estos muchachos (y su entorno familiar/escolar) lo pasa mal, necesitan que se comprendan sus dificultades y mucha ayuda, concreta y específica para las dificultades que presentan. Estas familias quieren soluciones a sus problemas no opiniones llamativas y sin criterio que las justifique.