Descubriendo nuestro maravilloso sistema inmune
El prestigioso experto en Inmunología y Enfermedades Infecciosas Dr. Fernando Fariñas Guerrero acaba de publicar un libro divulgativo sobre la importancia de nuestras defensas en la salud y la enfermedad. En dicho libro, titulado En defensa propia: aventuras y desaventuras del sistema inmunológico, se abordan de manera amena y comprensible aspectos fundamentales como el funcionamiento inmunitario, el estado de la inmunidad en diferentes fases de la vida, los factores que influyen en las defensas, el papel del sistema inmunológico en diferentes enfermedades, etc.
Con ello, el Dr. Fariñas pretende compartir con los lectores su gran pasión – la inmunología – y concienciarlos sobre la importancia de “cuidar” el sistema inmune para mantener o restablecer la salud.
Entrevista al Dr. Fernando Fariñas
¿El sistema inmune podría considerarse el pilar central de la salud? ¿Por qué?
El sistema inmune, al igual que el sistema nervioso o el endocrino, de forma separada o interacción mutua, es una parte fundamental para el establecimiento de un estado de salud ideal en los individuos. Nuestras “defensas”, entendidas éstas como los mecanismos que ponen a punto animales y personas para hacer frente a agresiones tanto externas, principalmente infecciones, como internas, como puede ser un cáncer, son vitales, ya que la falta de ellas ponen en serio peligro la vida.
De hecho aquellas personas que manifiestan inmunodeficiencias graves (congénitas o adquiridas), tienen un riesgo incrementado de sufrir infecciones mortales y determinados tipos de cáncer, principalmente leucemias y linfomas. Por otro lado, una respuesta exagerada a determinados antígenos, dispone a la persona a padecer enfermedades autoinmunes y alergias que puede llegar a ser muy graves. El ‘equilibrio de respuesta defensiva’ es por lo tanto lo que nos mantiene sanos y vivos. Podríamos decir que en el sistema inmune, tan malo es un defecto o falta de respuesta, como un exceso de la misma.
El 90% de las enfermedades están relacionados de forma directa o indirecta con alteraciones del sistema inmune. ¿Qué papel juega por ejemplo la inmunidad en las enfermedades autoinmunes?
No es que el sistema inmune “juegue” un papel en las enfermedades autoinmunes, es que el sistema inmune es el “papel” o “pilar central” de las enfermedades autoinmunes. La falta de mecanismos de regulación y tolerancia frente a determinados auto-antígenos o antígenos propios, es lo que va a desencadenar una respuesta patológica cuya consecuencia final es la lesión o destrucción del órgano, o la modificación de su funcionalidad. Actualmente se describen más de 80 tipos diferentes de enfermedades autoinmunes, y no existen órgano o tejido que no sea susceptible de padecer un trastorno autoinmune.
¿Y en el cáncer?
Desde los trabajos pioneros de Coley a finales del siglo XIX, con su famosa ‘Toxina de Coley’, se ha vertido mucho conocimiento en cuanto a la relevancia e importancia que tienen los mecanismos de ‘inmunovigilancia’ en la aparición de tumores o cáncer. Este conocimiento ha sufrido altibajos a lo largo de más de un siglo, ya que muchos investigadores despreciaron la importancia que tenía el sistema inmunitario en la defensa frente al cáncer, mientras otros insistían en que la clave de la lucha frente al cáncer estaba en la potenciación de la respuesta inmune frente al tumor.
Trascurrido más de un siglo, y gracias a estos conocimientos acumulados, actualmente la Oncología está viviendo una época dorada, ya que ahora los oncólogos están convencidos de que potenciar el sistema inmune puede ser un arma efectiva para eliminar células tumorales, y no sólo la quimioterapia, radioterapia o la cirugía. De hecho, actualmente el “business” de la Inmuno-oncología se ha convertido en un campo muy atractivo para especialistas e industria farmacéutica, sobre todo con la salida al mercado de nuevos tratamientos como son los anticuerpos monoclonales anti-PD1 y anti-PDL1, los anti-CTLA4, y la terapia celular adoptiva con células modificadas genéticamente (CAR T cell), los cuales están consiguiendo tasas de remisión y curación, incluso en pacientes desahuciados, sorprendentes. Más de cien años después, le hemos dado la razón a Coley….
¿Cuáles son los factores que más suelen influir en el funcionamiento del sistema inmunitario?
El funcionamiento del sistema inmune va a depender de la íntima relación entre nuestra genética y el ambiente. Existen personas que nacen con susceptibilidad genética a padecer ciertos trastornos que pueden afectar directa o indirectamente al sistema inmunitario. Hay personas que nacen con genes que les predisponen a tener una artritis reumatoide, un lupus, un asma, o a no defenderse bien frente a un bacilo de la tuberculosis o un herpes. Es decir, nuestra genética “es lo que somos”. Excepto para un grupo pequeño de enfermedades inmunológicas genéticas llamadas de ‘penetrancia completa’ (inmunodeficiencias primarias o congénitas y síndromes autoinflamatorios), los genes predisponen, pero no “condenan”, ya que en la mayoría de los casos estos genes son capaces de ser “encendidos o apagados” por factores ambientales: es lo que se llama epigenética. El ambiente es todo lo que rodea al individuo: su forma de comer, de pensar, el padecimiento de ciertas infecciones, la exposición a toxinas o a ciertos fármacos,….En definitiva, su forma de vivir. Hoy sabemos que muchos de estos genes se expresan más fácilmente y producen enfermedad, en presencia de determinados factores ambientales. Así que una persona que nazca con esa genética de predisposición, si no se cuida, si come mal, fuma y bebe en exceso, no realiza ejercicio, y está sometida a un alto nivel de estrés, tendrá más probabilidad de “encender” dichos genes y manifestar la enfermedad.
¿Qué medidas básicas se pueden adoptar para mantener nuestro sistema inmune en buen estado?
Creo que la respuesta a la cuestión anterior nos vale también para ésta. En la inmensa mayoría de las personas, llevar una vida sana, controlando todos los factores ambientales descritos anteriormente, nos va a procurar un sistema inmunitario sano. Llevar una dieta saludable, donde abunden alimentos “anti-inflamatorios”, sin hábitos tóxicos (fumar o beber en exceso), realizar ejercicio moderado de forma frecuente, y llevar una mente “pausada y tranquila”, son los mejores elementos para asegurar nuestro buen funcionamiento inmunológico.
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